¿Qué es la responsabilidad afectiva?
Digamos que la responsabilidad afectiva es ser consciente y responsable de lo que sienten los demás, sin dejar de lado lo que sentimos nosotros.
Es ser responsable con nuestras propias emociones y las de los demás.
Eso se refiere tanto a las emociones, pensamientos y sentimientos de los demás como de los propios.
Hay que tener en cuenta que lo que hacemos y decimos tiene siempre consecuencias en otras personas.
No podemos refugiarnos en el “yo soy así y debes asumirlo”.
Tampoco decimos que haya que prestar más atención a las reacciones y sentimientos de los demás que a los nuestros propios, pero sí que debemos pensar en las consecuencias que pueden provocar en los otros.
¿Cómo conseguimos tener más responsabilidad afectiva?
Lo más importante para aumentar la responsabilidad afectiva es tener empatía con las personas. Nada mejor que ponerse en el lugar del otro para identificarse y compartir los sentimientos de estas.
Otro factor muy importante es ser respetuoso con los demás. Podemos no estar de acuerdo con los sentimientos u opiniones de alguien pero, mientras no nos perjudiquen, es necesario respetarlos.
También es imprescindible la comunicación. Debemos expresar cómo nos sentimos y cuáles son nuestros sentimientos, al igual que hay que saber escuchar a los demás.
Habrá veces que lo que nosotros queramos o sintamos será diferente a lo que quieran o sientan los otros. Si surgen conflictos, una responsabilidad afectiva nos llevaría a un consenso para ambas partes.
También es muy importante poner límites.
Nunca hay que consentir que ninguna de las partes se sobrepase.
Y sobre todo tener claro, que lo que hacemos o decimos, siempre tiene consecuencias en los demás.
Por eso debemos reflexionar sobre las posibles consecuencias que pueden causar nuestras decisiones.
En realidad todo podría resumirse en cuidar a los demás y dejar que los demás nos cuiden a nosotros.
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