El Covid-19 tuvo la Culpa

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Relato Número 7 del  2º Concurso de Relato Erótico DENTRO DE TI

El Covid-19 tuvo la Culpa

El maldito coronavirus cambió el rumbo de mi vida. Me llamo Luis y estoy felizmente casado con Sara.

Mi historia comenzó el 11 de marzo, ese mismo día en la empresa donde trabajo se presentó un inspector enviado por la central.

Era un hombre de voz autoritaria y fuerte personalidad, no pude evitar el sentirme cohibido por su presencia.

D. Julio -qué así se llamaba-, nos comunicó que su misión en Zaragoza, consistía en la ingrata tarea de ajustar la plantilla.

Con las consabidas presentaciones se hizo tarde y mi superior me sugirió el alojarlo en mi casa, ya que su estancia iba a ser muy corta. No me hizo gracia la idea, pero no me pude negar.

De camino a mi domicilio le apeteció parar en un bar para tomar algo.

Nos sentamos con dos cervezas y entablamos conversación muy animada por su parte.

Me explicó que estaba en proceso de separación y que se encontraba encantado de ser hombre libre. Por mi parte le hice saber que estaba muy felizmente casado.

Prosiguió contándome que su ex mujer era una bruja y que lo había dejado al pillarlo en la cama con su secretaria.

Con una carcajada y tocándose el paquete, me dijo,
-Peor para ella, pronto echará en falta el pedazo de rabo que tengo entre las piernas.
Me pareció muy grosero aquel comentario, pero estúpidamente le reí la gracia.

Cuando llegamos a mi casa, le presente a Sara.

La saludó con dos besos y mientras la cogía de la cintura, me dijo sonriente:

-Vaya, vaya, Luisito, no me imaginaba que tuvieras una mujer tan guapa, te felicito.
-Gracias D. Julio, sí que es muy guapa, estoy orgulloso de ella.
-Yo también lo estaría, por cierto, Sara quiero que me tutees, te estoy muy agradecido por acogerme en vuestro hogar, estoy pasando malos momentos por mi separación y tu apoyo me hace inmensamente feliz.

Me pareció que estaba actuando, no me cuadraba esa pena con todo lo que me había estado contado.

Después de la cena y mientras yo limpiaba la encimera, podía escuchar como le hablaba a Sara haciendo comentarios picantes de lo que había pasado con su mujer.

Los dos se reían mucho y esa actitud de mi esposa consiguió molestarme bastante, me dio la impresión de sentirse demasiado a gusto con él.

De pronto, D. Julio se giró hacia mí diciéndome:

-¿Qué tienes para beber por ahí Luisito? ¿Tienes algún whisky decente?
-Ahora lo miro Julio, yo no bebo, pero voy a ver que tengo.
-¿Cómo? -me dijo severamente- ¿Qué confianzas son esas? no te olvides de que para ti soy D. Julio, y me debes un respeto
-Perdone señor, no me he dado cuenta -contesté sonrojado y bajando la mirada-.

Lo que más me dolió, fue que a Sara pareció hacerle gracia la humillante situación.

Serían como las 10 de la noche, cuando autoritariamente me dijo:

-Bueno Luisy, vamos a preparar el planning para mañana.
Su tono imperativo evitó que yo pudiera negarme, a pesar de encontrarme cansado.

Fuimos a mi pequeño despacho y conecté el ordenador.

D. Julio estaba a mi espalda cuando abrí la web de la empresa, en ese momento me puso la manaza en la cabeza paternalmente y me dijo,
-Ve preparando el planning. Mientras me voy a charlar con tu mujercita que es mucho más divertida que tú. Te cierro la puerta para que no te moleste la televisión.
Me quedé desconcertado por su autoritaria actitud.

Desde mi despacho, podía escuchar las risas lejanas que me llegaban del salón, la curiosidad me impedía concentrarme, así que sigilosamente me descalcé y me asomé.

Estaban los dos juntos sentados en el sofá de espaldas a donde yo me encontraba, sentí un pinchazo de celos, al ver como el brazo de D. Luis descansaba sobre los hombros de Sara.

Temiendo ser descubierto retrocedí lentamente, pero entonces y a través del reflejo de la pantalla de la TV, pude contemplar como la manaza de aquel hombretón, acariciaba el prominente pecho de mi mujer.

Sentí ganas de llorar y vomitar. Desconsolado volví al cuartito.

Estaba en estado de shock y no sabía que pensar. Pasado un tiempo, apareció D. Julio, diciéndome:

-Vamos a ver lo que has adelantado, chiquitín.
-Perdone, pero he tenido problemas y no he podido hacer nada -mentí nerviosamente-

Me puso de nuevo su pesada mano en la cabeza revolviéndome el pelo y me dijo riendo:

-Que torpe eres, ahora de castigo te quedas haciendo el trabajo y yo me acuesto con tu mujer para darle calorcito, ja,ja,ja,.
-No me mires así gilipollas, que estoy bromeando.

No me hizo ninguna gracia aquel comentario, pero todavía fue peor cuando siguió:

-De todas formas, Luisito… te tengo que felicitar por lo buena que está tu mujer cabronazo, me ha puesto verraco perdido, me encantaría montármelo con ella. No te lo tomes a mal que lo digo con todo el respeto.

-Pero es mi esposa D. Luis, eso que me dice me parece mal.
-No seas imbécil, tenías que estar orgulloso.
-Perdone, tiene razón, lo siento, -intenté temerosamente suavizar la situación-

Me miró de una forma lasciva y me dijo:

-¿No tendrás por ahí alguna foto sexy de ella?
– No Señor, -contesté- a Sara no le gustan esas cosas, lo máximo que hace es ponerse en bikini.
– Me vale con esas, ¡muéstramelas!
– No puedo D. Julio…, no puedo hacerlo, eso va contra mis principios.

Se me quedó mirando fijamente y con cara de falsa pena me soltó:

-Está bien ser un hombre de principios, aunque, por otra parte, siento mucho que la empresa deba prescindir de ti, te he pillado afecto. Ya sabes que los principios con los negocios no maridan bien.

Sorprendido y asustado, le dije,
-Si quiere puedo mostrarle fotos, de las últimas vacaciones.
-¡Jodeeer ya tardas! ¡Búscalas!

Encontré la carpeta y comencé a mostrarle imágenes.

Con el rabillo del ojo podía observar como D. Julio, sentado a mi lado, se frotaba el paquete obscenamente, mientras me humillaba con sus comentarios.
-Que muslazos tiene tu esposa, maricón, y que rica está, además a tu lado destaca mucho más, seguro que los tíos se la comen con los ojos.

Que labios tiene, como debe mamar la guarrilla, y que tetazas gasta, me recuerda a una vaca lista para el ordeñe… jodeeerr, que ganas de follármela me están entrando.

-Pero D. Julio, esto que me dice no está bien.
-¡Cállate coño!, que me despistas, ¿Cada cuánto te la tiras?…… ¡Venga dime!

-Casi todas las semanas lo hacemos -me dio vergüenza confesarlo, pero aquel hombre me estaba dominando-
-Joder que inútil eres, yo a una hembra como Sarita me la follaría todos los días, mañana y noche, pobrecita eso tendré que solucionarlo.
-Cabroncete, con tu permiso me voy a pajear pensando en tu putilla, mira que dura la llevo Luisito, sácate la tuya también y meneátela conmigo.
-Es que esto no me parece bien…, a mí no me gustan estas cosas
-¡Que te la saques coño!…. -me dijo violentamente-

Tembloroso mostré mi penecito.
-Ja,ja,ja, la tienes enana Luisy. Cógemela para que veas la diferencia.
Totalmente sometido y temblando, cogí aquel enorme rabo.
-Mastúrbame cornudo, mientras yo me recreo con las fotos de tu zorra y me imagino que es ella la que me la está meneando, uuummmm.

Sigue Sarita, sigue, no pares putilla, ssiiiiii….. que ricoooo…. que labios tiene, como la debe mamar…., buuufff, chúpamela perra…, ¡venga obedece!…. ¡¡Qué me la chupes maricona!!

Dudé un instante, pero supe lo que quería de mí, agaché la cabeza y reprimiendo mis nauseas, comencé a lamer aquella dura verga.

Mientras mamaba le escuchaba decir guarradas de mi amada y sin entender el porqué, no pude evitar empalmarme.

De pronto lo noté agitarse, se tensó y temiéndome lo peor me la saqué rápidamente de la boca, aún así, me salpicó toda la cara y pelo con su caliente semen. No me permitió limpiarme y me ordenó desnudarme.

Sin voluntad propia me desvestí muy avergonzado delante de él, que humillántemente me inspeccionó como si yo fuera un animal.

Me hizo girar sobre mis talones, mientras se divertía vejándome con insultos.

Luego sacó su móvil y me sacó varias fotos con mi cara enlechada. Después me miró fijamente a los ojos y me dijo:

-Ahora ya eres mía Luisy, no te quepa duda alguna, ahora voy a por Sarita y sé que no me va a costar mucho domarla, de hecho, ya casi la tengo a punto de caramelo.

La voy a montar a pelo, tú no has sido capaz de preñarla y quiero dejarte un bonito recuerdo para toda tú perra vida.

-Además con este rollo del coronavirus, voy a pasar una buena temporada en tu casa y ten por seguro que no me voy a marchar sin tener dos putitas a mi disposición siempre que venga a Zaragoza ¿Lo has entendido cornudo?

Titubeando y sin poder mantener su mirada, contesté temblorosamente,
-Si mi Amo, haré todo lo que me ordene.

Tulipán Negro

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