La Espera

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Relato Nº 14 del Segundo Concurso de Relato Erótico DENTRO DE TI

La Espera

Daniel conoce a Lucía desde hace casi una década.

Cuando ella llegó al barrio era una estudiante veinteañera y él ya pasaba las semanas entre radiadores, embragues y neumáticos, y recuerda la primera vez que la vio.

Fue una tarde, en el rellano.

Ella llevaba pocos días y se cruzaron al salir.

Aunque era mayo el calor se había adelantado y su camiseta de tirantes le puso tan nervioso que casi apartó la vista al saludarla.

El destino hizo que fueran vecinos, y el azar que las ventanas de sus dormitorios se quedaran enfrente en el patio de luces.

Siempre surgen esas sonrisas cómplices que la química no puede ocultar, pero Daniel nunca se ha atrevido a dar un paso más.

Quizá el riesgo de perder lo que tiene pesa más que lo que el destino le pudiera dar, y aunque sabe que es un error lo asume.

Ese puto miedo que lleva arrastrando toda su vida, ese puto miedo que se le ríe en su cuarto sabiéndose ganador.

Hoy es viernes, Daniel vuelve a casa y en la ducha empieza a observar que su cuerpo ya presiente el momento que otra vez le va a regalar la vida.

Hoy es viernes y como cada viernes Lucía vuelve sobre las diez y media, agotada de pasar por caja chocolates, conservas, pizzas… con el constante pitido clavado en su cabeza.

Daniel se sienta frente al ordenador, ese ordenador cómplice que es la coartada perfecta que le permite estar allí horas y horas mientras su corazón se acelera, agazapado como un león esperado su presa.

El simple gesto de que la luz del dormitorio de Lucía se encienda hace que su cuerpo de un vuelco, que se ericen todos los pelos de su cuerpo.

Lucía sigue el mismo ritual, se deja caer en su cama y durante unos minutos mira el techo, repasando su vida, valorando si es como la desea.

Daniel ya está condenado, lo nota porque su boca se seca y esos cinco minutos parecen interminables, unos minutos que esta deseando que acaben, aunque en realidad sabe que es parte del momento.

Lucía se levanta y frente al espejo se suelta la coleta, menea la cabeza para airear su pelo, y desabrocha los botones de su blusa en un ritual que Daniel espera sin pestañear.

Está de espaldas a Daniel y la visión de su espalda desnuda y el culo que le hacen sus vaqueros hacen que trague saliva, no quiere perderse ni un segundo, quiere grabarlo a fuego para siempre en su vida.

Los ceñidos vaqueros se resisten y al bajarlos empujan sus braguitas lila que dejan al descubierto parte de su culo.

No importa, porque a continuación se las quita y tras ellas el sujetador que deja en su piel las marcas de lo largo que ha sido el día.

Daniel sabe que esto va a pasar pero aún así los nervios del principiante le acompañan cada vez que llega el momento.

Ya nota en su polla los latidos de su corazón y la prieta con su mano como queriendo contenerla, como reservándola.

Lucía se gira mientras se atusa el pelo y allí está, frente a él, desnuda otra vez.

Sus tetas no son muy grandes pero tienen una forma perfecta y Daniel vuelve a disfrutar de sus pezones, de esos pezones puntiagudos que lo tienen loco.

Su coño es la perdición de Daniel.

Su vello moreno, cuidado y tupido lo vuelve loco y hace que su polla quiera reventar.

Lucía coge una toalla del armario y desaparece.

Los 15 minutos que tarda en volver duchada dan a Daniel tiempo para asimilar el momento.

Se levanta, anda por su habitación y no sabe si agradecer o maldecir estos momentos.

Lucía vuelve envuelta en una toalla, con su pelo mojado, con su mirada más relajada… quien sabe si por la ducha o por algo más.

La toalla abandona su cuerpo y durante unos instantes pasa a secar su melena.

Después pasa a recorrer cada centímetro de su piel.

Daniel acelera su respiración mientras Lucía seca sus pechos, con movimientos delicados, suaves, con especial ternura al rozar sus pezones que ahora están durísimos.

Sus piernas esperan el turno y la toalla seca desde los tobillo hasta sus muslos, rozando su coño antes de pasar a la otra.

Después su culo, su vientre y finalmente seca su sexo.

Con suavidad, sin prisa, mimándolo… mientras Daniel puede ver como Lucía se muerde el labio inferior en esos momentos.

Él sabe que ésto es todo lo que ocurrirá.

Ella se viste para salir con sus amigas, para hablar de sueños, con sus amigos, para divertirse.

Mientras Daniel se queda en su cuarto haciéndola suya una vez más.

Intentando adivinar el sabor de sus labios, imaginando que siente su cintura entre sus manos mientras su sudor resbala por su espalda, disfrutando de todo el sexo que desean en secreto.
Es viernes otra vez, y Daniel se sienta a esperar su momento.

Es viernes otra vez, y Lucía vuelve a casa… sabiendo que él la observa desde la oscuridad de su cuarto.

Es viernes otra vez… y los dos vuelven a arder.

JASM66

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