Los Primeros Momentos

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Relato Nº 9 del Segundo Concurso de Relato Erótico DENTRO DE TI

Los Primeros Momentos

Era la primera vez que había quedado con Olga.

Estaba un poco nervioso y pensaba en si funcionaría bien la velada.
Ella con mis conversaciones por la red se había mostrado muy lanzada, pero ya me ha ocurrido a veces que la gente habla y presume mucho y después la realidad es otra.

Así que no esperaba nada especial como mínimo hasta que la viera, ya que me había mostrado solo una foto de su cara, con el factor sorpresa jugaba.
¡Y llegó!

Llegó con un vestido negro de tul muy transparente, sin sostenes, que dejaba ver los pechos y pezones como si estuvieran al aire.

No solo ésto, cuando se giró como si fuera una modelo vi que el tanga que le protegía en su delantera desaparecía en su trasero totalmente con una tira invisible para mí, y para los demás transeúntes, y se veían perfectamente las nalgas.

Tenía una silueta muy excitante, con pechos redondeados, erguidos y de tamaño suficiente para que destacaran los pezones con una hermosa aureola bastante más oscura.

Se movía disfrutando que fuera el blanco de las miradas de la gente.

Yo siempre me consideré una persona lanzada, pero ella me superaba con creces.
-“Hola, soy Olga. Tócame y acaríciame los pechos “me dijo como presentación.

Yo titubeé un poco y acto seguido me agarró las manos y las puso en su pecho.
-“Acarícialos que me gusta -me ordenó ya que estaban mis manos quietas- si quieres que pasemos la velada juntos tienes de hacer lo que yo te pida”.

Su tipo era excepcional, pero yo estaba muerto de vergüenza al ver que éramos el centro de las miradas de la gente de alrededor.

No me quedo más remedio que seguir, con la voz autoritaria de que hablaba.

Así pues, fui acariciándola o andando con mi mano en su muslo, al ritmo que me lo pidió mientras íbamos para el restaurante.

Ella era también muy agradable y de buena conversación, aunque en el restaurante siguió con el mismo estilo de querer que la miraran y hablando alto para que la gente se enterara: “Después llevo unas bolas chinas motorizadas para seguir durante la madrugada”. “Entre otras cosas estarás mucho tiempo lamiéndome yo sentada en el extremo del cochón y tú a gatas con tu cabeza entre mis piernas”. “La próxima vez invitaré a gente que encontremos por la calle para que suban a vernos follar a mi casa”.

Yo nunca me hubiera ni imaginado esta situación y ser el centro de muchas miradas, de risas y de comentarios y mi vergüenza sudaba por todos mis poros y no sabía a dónde mirar.

Estaba a la vez, medio enrojecido y medio sudado, mientras sentía una excitación y un morbo total.

Ella que se dio cuenta, me agarró con sus manos mis genitales y exclamó: “¡Que duro está ésto!”.
Yo me quería morir al ver que toda la gente de las mesas del salón se giraba a mirarnos.

JULIÁN CERCADO

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