Sentimiento

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Relato número 8 del 2º Concurso de Relato Erótico.

Sentimiento

En las redes sociales, normalmente nos conocemos a través de los post, comentarios y en mi caso por mis relatos, y a veces, conectas con otra persona y charlamos más en privado y empezamos a conocernos algo más.

Pero normalmente aquí ocurre una cosa, solo conocemos una faceta de lo que es la vida de cada uno, yo intento que mis post sean interesantes, intento que mis comentarios sean inteligentes, divertidos, irónicos, a veces sarcásticos.

Nótese que digo intento, otra cosa es que lo consiga, por mis relatos, que generalmente son bastante guarretes, por decirlo finamente, a veces muy porno, con un lenguaje claro y directo.

Así pues ocurre que nos hacemos una idea de la personalidad de cada uno y en mi caso, esa idea es de un caballero cabrón, provocador, perverso, lujurioso, dominante, a unos gusta más y a otros menos, pero, como sabiamente dijo alguien, no soy una croqueta para gustarle a todos.

Pero tranquilos, esa idea que muchos tienen de mí, me gusta, porque soy provocador cabrón lujurioso, etc. etc., soy como soy y no lo niego, es más me gusto como soy.

Pero hoy no pretendo escribir un relato guarro, hoy pretendo enseñar otra pequeña parte de mí, porque todos estamos compuestos de pequeñas partes, tiernos, cabrones, sabios, inútiles, piadosos, lujuriosos, provocadores, en fin no sigo para no hacerme pesado, supongo que me entienden.

Todos somos en un momento dado algo distinto.

Hoy quiero contar una experiencia que me marco profundamente.

Hace ya años, a final de la Primavera, mi dama y yo nos fuimos de fin de semana, a un pueblecito del sur, costero, con un coqueto hotelito de 4 estrellas, con la sana intención de ser muy perversos y follar como animales, hasta la extenuación.

Evidentemente lo hicimos, mi dama ese día fue gloriosa, exhibicionista, salvaje, provocadora, muy perra y muy caliente, sacio todas mis perversiones.

Nos fuimos al hotel y allí, continuamos nuestra sesión de lujuria, sacamos nuestros más bajos instintos animales hasta quedar saciados.

Pero bueno, eso no es lo que quiero contar, lo que quiero contar, es que cuando acabamos nuestra golfa sesión de lujuria, normalmente mi dama, coge su esterilla y se tumba a mis pies, mientras yo me tomo mi última copa, antes de dormir.

Mi dama sabe cuál es su sitio sin necesidad que lo diga.

Ese día, cuando iba a por su esterilla, le dije, no, y le abrí los brazos en señal que se acurrucara conmigo.

Yo estaba sentado en una buena butaca, bastante cómoda y ella me miro, se sentó en mis rodillas y se acurruco en mi pecho.

Aún estábamos los dos desnudos.

Se abrazó a mí y me susurro al oído, gracias mi señor, hoy necesitaba sentir el calor y la seguridad que me dan tus brazos alrededor de mi cuerpo.

Psss, le dije, calla, no hables, sabes que te adoro y eres mi reina, a partir de ese momento, ya no hubo palabras, yo notaba como se pegaba a mi como me abrazaba, yo sentía que quería fundirse conmigo.

Notaba como besaba con suavidad mi pecho.

Mientras yo la besaba con ternura en sus cabellos, quería hacerla sentir segura en mis brazos.

Pero el que se sentía seguro en sus brazos sentía que era yo, incluso alguna lagrima pugnaba por salir, de la emoción que me embargaba en ese momento.

Yo no sabía describir con palabras lo que estaba ocurriendo, solo sentía una inmensa felicidad, así que allí no sé cuánto tiempo nos pasamos los dos abrazados.

Sólo recuerdo que en un momento dado, la cogí en mis brazos y la lleve a la cama, y allí nos dormimos.

A la mañana, me levanto y encargo el desayuno, ella seguía dormida como un bebe, hermosa a mis ojos, 30 minutos más tarde llega el desayuno y la despierto con delicadeza, nena despierta, vamos a desayunar.

A mitad del desayuno le pregunto, no tienes nada que decir? me mira picarona, claro que si mi señor, ayer me regalaste un día de locura (yo pensaba lo contrario, fue ella quien me lo regalo a mi) nada más?

Le pregunte, me miro con esos negros ojazos que tenía, no, hay mucho más, ayer me regalaste el mejor orgasmo que he tenido en mi vida.

Yo abrí mucho los ojos.

Sí, me dijo, desde que te conocí, te apoderaste de mi cuerpo y de mi mente, sabes que te pertenecen.

Pero anoche cuando me permitiste acurrucarme en tu pecho, yo sentía como mi alma y la tuya, mi señor, por un breve momento, se miraron se dieron un delicado beso y se fundieron en una.

Anoche me distes un orgasmo pero no esos orgasmos carnales salvajes y sucios de los que tanto disfrutamos.

Fue un suave y placentero orgasmo espiritual, lento, delicado, profundo, brillante, sentía como usted, mi amo y yo, su humilde esclava, éramos uno.

Anoche mi señor, me hizo sentirme una mujer plena y creo que usted también tuvo ese orgasmo parecido al mío.

Sentí su corazón acelerarse, sentí como se le erizaba la piel, no vi, pero sentí como sus bellos ojos claros, luchaban para impedir que una lagrima saliera de ellos.

Sentí que usted, mi dueño mi amo mi señor, sentía lo mismo que yo estaba sintiendo. Un orgasmo de las emociones, de los sentimientos.

Yo, acostumbrado como estaba a humillarla a mis pies a que permaneciera postrada ante mí, me vi en la necesidad de ser yo, quien esta vez se postrara ante ella y le rindiera pleitesía, pues ella explico en palabras todo lo que había sentido en esos momentos.

Y así lo hice con los ojos bañados en lágrimas y balbuceando, eres mi diosa.

Fdo.Luna golosa

Esther Dentro de Ti | Tu Sex-Shop de Confianza

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