Una Gota de Lluvia en el Cristal

Compartir

Relato Nº 11 del Segundo Concurso de Relato Erótico DENTRO DE TI

Una Gota de Lluvia en el Cristal 

Mientras observo una gota de lluvia en el cristal, recuerdo ese día de 2018 cuando apareció en esa aplicación de “conoce gente nueva”, un mensaje: ¡Coincides con Rocio!.

Un día después te di un tímido Hola y tu un día después, me saludaste, edad, ciudad, trabajo. (Estábamos a más de 10.000 kms).
Después de un “encantado” y “un placer hablar contigo” desapareciste durante un mes.

Narrar nuestra historia de dos años de wasap, emails, videollamadas, sexo virtual, sería difícil de comprimir en tan pocas palabras, pero vale una pincelada:

El agua se deslizaba caliente por tu piel dándole un tono rojizo.

El vapor envolvía la ducha y junto a la luz de las velas que habías puesto y la música, tu cuerpo se relajaba poco a poco. La espuma del jabón te cubría los pechos y escurría empujada por el agua.

Recordabas que te dije que te centraras en ti, en saborear cada rincón de tu cuerpo, como yo lo hubiera hecho y, después del lavado normal de cada día, le dedicaras unos minutos a recorrer tu cuerpo, a sentirle y sentirte, y que pensaras que yo estoy viéndote, dispuesto a incorporarme, te masturbaste y yo lo vi.

Yo te veía en la ducha como una alumna modélica, haciendo todo lo que te había enseñado.

Y tú, que sabias que te estaría viendo después, me dedicabas una sonrisa pícara cada vez que tocabas tus pezones y masajeabas los mismos en redondo, como te había enseñado.”

Pero llegó el 15 de Febrero de 2020

Yo viajaba a un país próximo al tuyo y planeamos nuestro encuentro, corto pero intenso, inolvidable para ambos.

Mientras mi vuelo avanzaba recordaba nuestros momentos, la primera vez que vi tus pechos, con esos pezones grandes, pidiendo a gritos comérselos y nuestra primera ducha virtual, donde tú te enjabonabas como una diosa.

Deteniéndote en aquellos lugares que sabias que me excitaban, pero sobre todo la primera vez que tras una conversación encendida y excitada, ambos llegamos al orgasmo.

Yo oía tus gemidos y veía como tus dedos simulando los míos, acariciaban tus pechos, tu clítoris y entraban en tu sexo que se podía apreciar muy mojado.

El avión aterrizó en aquel país andino, como el tuyo, encendí el teléfono para saber de tí, pero nada, ninguna noticia.

Camino del hotel, pensaba en ti, en nuestras fantasías que tanta ilusión nos hacia vivir en el mundo real, en nuestros besos intensos y pasionales, en como sería introducir mi polla en ese coño tan hermoso que tantas veces me habías enseñado, siempre depilado para mí, siempre abierto para mí, siempre esperándome.

Nada mas llegué al hotel pregunté en la recepción si estabas alojada, y sí, me dieron tu número de habitación pero no estabas.

Subí a la mía, saqué ese regalo que te había comprado y esperé

De repente el WhatsApp, estabas ya en el hotel, fijamos una hora para nuestro encuentro, querías ducharte, arreglarte, estabas nerviosa, pero ya quedaba menos.

Subí en el ascensor, toqué el timbre y de repente estabas frente a mí, no me diste tiempo a mucho más, te tiraste a mis brazos.

Con fuerza nos abrazábamos, aún sin atrevernos a juntar nuestros labios, pero llegó y en ese instante, toda nuestra pasión guardada y reprimida desde hacía tanto tiempo explosionó.

Agarrándote de la mano te llevé conmigo al sofá, te senté encima de mí, te besé, te toqué tus mejillas, tu pechos aún tapados, tus nalgas todavía cubiertas, mientras mi excitación crecía .

Te pido que te tumbes en la cama y te pongas sexy, como tu sabias hacerlo, ese momento tiene que ser fotografiado para nuestra colección.

Te disparo una y otra vez en cientos de posturas, que dejes ver el hombro, algo más el escote, en fin que de pronto nos desprendimos de nuestras ropas que quedaron tiradas por el suelo de la habitación.

Ahora era real, mis manos acariciaban tus piernas, haciendo círculos con el dedo detrás de las rodillas, mis manos presionaban tus muslos y subían ardientes y resbaladizas por ellos.

Empezaste a notar como tu sexo se iba humedeciendo, como en nuestros juegos fantaseados, y sentías mis manos en tus glúteos que eran con suavidad apretados.

Presioné tus nalgas y tu vulva comenzó a inflamarse entre tus piernas, mientras mis manos comenzaron a acariciar esos labios depilados y suaves, y seguían adentrándose ávidos de provocar esos espasmos que tanto me gustaba observar, cuando te corrías, y yo hundía mi mano más si podía en tu vagina.

Saqué los dedos de tu interior, y te los dí a probar, para después hacerlo yo

Te tomé por las caderas, te levanté quedando de rodillas delante de mí, abierta para mí, te empezaste a mojar más aún, te giraste, yo estaba detrás de ti, abrí un poco más tus nalgas dejando totalmente preparado tu coño, para después penetrarte con mi pene poco a poco.

Totalmente entregada, disfrutabas de la marea de mis embestidas que salían y entraban de una sola vez, gozabas y gozábamos.

De repente notaste mi saliva en tu ano y mi dedo moviéndolo en círculos y penetrándote poco a poco. Los movimientos se iban haciendo más rápidos y fuertes, tanto con mi pene como con mi dedo, te sentías penetrada por los dos orificios a la vez haciendo que te estremecieras como hacía tiempo que no lo hacías.

Salí de ti, puse mi pene en tu boca, para que disfrutaras de mi sabor mezclado con el tuyo, deslizaste tu lengua por mis testículos y acariciaste mis glúteos mientras hundías mi pene en tu boca lo más hondo posible, yo lo disfrutaba.

Estaba a punto de correrme, saqué mi pene de tu boca y paré. Me fui al sillón y te pedí que te sentaras a horcajadas, te acaricié las caderas, las forcé para que se movieran en círculos.

El silencio se rompió, gemidos, susurros, te miré a los ojos, te besé en los labios y al oído te susurré: ¡Necesito correrme ya!

Esas palabras hicieron arder tus oídos y tu sexo al máximo

Empezaste a moverte rápido de arriba abajo mientras yo pasaba de un pezón a otro mordiéndolos.

Y entre esa furia nos fuimos en un orgasmo que yo había intentado controlar, pero al sentir tu deseo desesperado me dejé llevar y exploté dentro de ti.

Notaste el calor de mi semen abriéndose paso por las paredes de tu vagina y chorreando metiste la mano entre mi cuerpo y el tuyo.

Y empezaste a acariciar en círculos tu clítoris y entre las pequeñas descargas de espasmos que te llegaban a través de mi pene, el líquido caliente que invadía todo tu sexo.

Los espasmos empezaron a sobrevenir, tantos y tan rápidos que te quedaste recta y quieta.

Aparté tu mamo y comencé a apretar tu clítoris lo justo para terminar lo que tu habías empezado.

Decidimos cenar algo ligero en la habitación, una bandeja de fruta y unos zumos naturales, que yo empecé a destapar, nada más irse el camarero.

Te diriges a mí, me besas, me tumbas en la cama y empiezas a despertar a tu “gordito sabrosón”.

Hasta que mi semen acabó en tu boca, me besaste mientras entrabas en mí, sabias que aún estaba en erección y que si entrabas ahora podríamos repetir.

Yo te lo había pedido y tú lo recordabas

Mientras montabas y te movías yo sacaba tus pechos del albornoz y jugaba con ellos, y efectivamente pudimos continuar.

Preparaste la bañera y me lavaste como si fuera un niño, para luego secarme, metiéndote mi pene en la boca, por si de nuevo despertaba.

Nos fuimos a la cama, abrazados y tú siempre jugueteando con mi polla.

Yo pellizcaba tus pezones y bajaba a tu coñete, con las manos, con los dedos, y con mi lengua que te encantaba, sentía tu humedad y mis bigotes se pegaban con tus jugos mientras veías las estrellas.

Mi polla despertó por el deseo de metértela de nuevo, fueron minutos intensos, y me corrí por tercera vez.

Hacía mucho que eso no sucedía y tú lo habías conseguido, aunque ya no salía nada de mí, me habías dejado seco de placer pero muy lleno de cariño.

Después, exhaustos nos quedamos dormidos abrazados, hasta no sé qué hora.

Tú te quedaste con tu mano puesta en mi polla y cuando me desperté allí seguía, no se la hora que era pero mi pene volvía a estar duro.

Hoy estoy en casa mirando como llueve

Acompañado de las nubes y de mi soledad, rememorando aquel instante, en el que el sueño se hizo realidad.

Toqué tus manos, tu cabello, vi tus ojos al natural, sentí tu piel y tu tremenda naturalidad.

Hoy las horas pasan como días, y los días como meses, porque sé que llegará de nuevo el día en que vuelva a abrazarte, en que vuelvas a ser real.

Mientras me conformo con tu fotografía de cada día. “Mientras sigue lloviendo en mi cristal”

Raúl Alvaro

Esther Dentro de Ti | Tu Sex-Shop de Confianza

0
    0
    Productos añadidos
    Su carrito está vacioVolver a la tienda