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Mía

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(Tercer Concurso de Relato Erótico DENTRO DE TI)

Mía

(Relato Número 10)

Por: Lord Byron

Nunca sentí algo así.

No es la más hermosa, pero posee una belleza que enamora.
No tiene un cuerpo perfecto pero sus imperfecciones la hacen sensual.
Acostada a mi lado, medio tapada por la sábana que cubre las zonas de su anatomía
que menos le agradan, no se da cuenta que ese escudo acentúa sus líneas y lo hacen
más deseable.
Numerosos encuentros llenan mi vida y nunca sentí algo así.

La observo, la admiro, la deseo.

Nunca antes lo hice, nunca antes me lo provocaron.
La perfecta estructura de sus pies, esos que con solo rozar ya le provoca placer.
Sus piernas sinuosamente torneadas.
Sus generosos muslos, entre los que pierdo la razón cuando me
sostienen.
Sus caderas, que me hipnotizan con su cadencioso vaivén.
Su cintura, que atrae con lascivia a mis manos.
Sus pechos de proporciones exactas para el deleite de mis manos y el gusto de mi
boca.

Su cuello que me lleva al lugar que más fuego le suscita.

Su boca, esos labios que saben cómo, cuándo y dónde usarlos.
Sus brazos que tantas veces he sujetado en un conato de dominio.
¡Qué iluso…dominarla!
Nunca sentí el fuego consumir mis entrañas.
Su mirada lacónica y atrevida.
Su sonrisa tímida y traviesa.
Su voz directa y embriagadora.

Toda ella es un compendio de contradicciones.

Deseo protegerla, deseo cuidarla, deseo amarla, deseo que sepan lo maravillosa que
es.Deseo desearla.
Deseo poseerla hasta romperla de placer, deseo que me suplique parar.
La quiero solo para mí.
Porque mi vanidad no tiene límite, nunca tiene suficiente de ella.
Necesita nutrirse de sus gemidos, de su respiración exhausta, de su fuego arrasando
mi alma, de su cuerpo convulso bajo el control del mío.
La poseo como nuca poseí a nadie.

Porque solo en ella, solo en sus ojos veo mi reflejo.

Soy yo, pero no es mi rostro.
Es un rostro que no reconozco, que nuca antes vi. Un rostro que se construye desde el
mío y se erige transformado en una bestia que solo quiere devorarla, consumirla en el
placer, aniquilar su voluntad bajo mi dominio.
¡Qué iluso….dominarla!
Ella siempre resurge del fuego que la ha consumido.
Yo…siempre necesitaré de su fuego para respirar.

Lord Byron

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